domingo, 22 de abril de 2012

¡ Yo también quiero !

Un desierto a pleno sol, y un vaquero sediento que coge la cantimplora y vierte en su boca las últimas gotas de agua. ¡ Qué buena nos parece esa bebida !
Si, cuando vemos una escena así en una peli del Oeste, nos imaginamos como una maravilla ese trago de agua; cuando en realidad el agua ha de estar asquerosa.
¿ O no os parece que estará ardiendo ?. Y el agua si está demasiado caliente...

Pero es muy curioso el juego de la imaginación.
Cuando leemos en un libro por ejemplo que los personajes comen, parece que estemos nosotros mismos ahí con ellos , comiendo también. Podemos llegar incluso a salivar.
La comida es comida, pero sin embargo el ser humano la acaba rodeando de un halo de excelencia, aunque no se trate más que de una patata, por poner un ejemplo.

También hay casos en cine o literatura en que realmente se nos presentan formas exquisitas de alimentación.
Una muestra de esto último la teneis en " El Conde de Montecristo ", con las suntuosas comidas que ofrece el conde.
Pues si, esas comidas son extraordinarias, pero para el lector  o espectador lo son más aún.

Todo esto es algo que me llama la atención. Tiene su aquel.
¿ No os parece ?.

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