Si , los romis desconfiaban de Lonchito. Y hacían bien.
Él había encontrado el modo de escabullirse por las noches del zulo en que hacinaban a los trabajadores de la mina para dormir.
Se marchaba casi todas las noches y , a parte de dormir al aire libre a pierna suelta , se dedicaba a cultivar un pequeño terrenito.
Esta minúscula huerta se encontraba oculta por unos peñascos , a unos 300 metros de la mina.
Además los romis nunca se esperarían su existencia pues daban por imposible que hubiese humanos rondando por ahí.
Pues bien , Lonchito hacía su labor en el huerto y poco a poco conseguía algún que otro producto : una lechuga por aquí , unos puerros por allí ....
Por otro lado también aprovechaba para cazar alguna presa.
Así entre su naturaleza de por sí vigorosa , y los alimentos variados que iba consiguiendo por su cuenta para completar su alimentación , se estaba convirtiendo en un ser poderoso ( puesto que todo influye en el desarrollo : genética , alimentación .... ).
De todas formas él veía la creciente desconfianza en los guardias de la mina , y cada día que pasaba tenía más claro que debía huir.
Pero.....
No hay comentarios:
Publicar un comentario